Estupendo fin de semana el vivido en nuestro Pirineo y que ha todos nos dejó con muy buen sabor de boca y ganas de repetir. De hecho, ya tenemos preparada otra concentracion antes de comenzar la temporada de duatlón cros, pero eso será otra historia.
Al final nos juntamos 15 triatletas y 5 acompañantes que estuvieron siempre pendientes de todo y que también hicieron sus pequeños esfuerzos. Fenomenal toda la preparación del fin de semana a cargo de Miguel López y la siempre activa Marta Velez. Con gente así hay que estar siempre a muerte.
Todo comenzó el sábado con una natación en el Embalse de Lanuza dirigida por Miguel. A falta de boyas se ideó un recorrido desde la zona de embarcaciones hasta el pueblo de Lanuza con una duración de aproximadamente 45 minutos. Calcular más o menos la distancia...
Después, salida ciclista con varios recorridos dependiendo de la dureza y exigencia de cada uno. A medida que iban llegando el ambiente en la terraza del embarcadero fue en aumento, al igual que las cervezas, y decidimos esperar al grupo de los valientes en el Albergue del Pueyo.
Comida comunitaria y donde se veia claramente por la forma de engullir platos de pasta, ensaladas y carnes, quien se había esforzado en la ruta. Destacar a Mónica Ortin, quien se convirtió en la anfitriona perfecta. Esta chica es una joya.
Paseo y comentarios de la jornada esperando la cena. Jose Luis Paniceres nos agasajó con una caja de sidra, que fue escanciando antes, durante y después de la cena. Cuando mejor lo pasábamos, nuestro compañero Charles Pasquis nos sorprendió a todos con la noticia de su marcha a Praga por motivos laborales. Nos emocionó con su discurso. Charles, solo decirte que has sido un tio que se incorporó enseguida al grupo y seguro que el club que te acoja en tierras checas se lleva una gran persona.
Pero bueno, para calmar la noticia seguimos con la sidra y los más valientes nos fuimos a seguir contando mentiras de nuestros triatlones y tiempos en Panticosa...pero nos fuimos pronto a la cama!
El domingo nuevo dia duro. Exigente recorrido el propuesto por Miguel y que terminaba con una carrera a pie en Biescas. Aunque duro, se nota que el entrenamiento gustó a todos por la cara de felicidad que tenían y por poder entrenar con amigos y en un entorno como el Pirineo.
Antes de las despedidas, comida en Biescas, cervezas y tertulia.
Lo dicho, tenemos y vamos a repetir.
